El amor al saber implica cierto sentido del movimiento, de avanzar hacia algo que desconocemos, un deseo que impulsa no solo a la mente. Es la vida corpórea que se despliega en el andar y el ver, que va transformando la relación de la materia y el pensamiento a cada instante.
Desde esta perspectiva de una filosofía del caminar, queremos repasar brevemente contigo los hitos ya transitados antes de agosto en las seis entradas de esta serie de Filosofía Para La Vida que llevamos publicadas hasta la fecha. Esta recapitulación reposada desde el claro en el bosque, que el descanso estival supone, nos permitirá apreciar la senda que nos preparamos a hollar con paso lento y cuidadoso en los próximos meses.
En la primera entrada titulada Para Empezar, Filosofía Para La Vida, nos propusimos crear “un espacio común, una Paideia crítica y no dogmática, valiente para aceptar la existencia en plenitud, fuerte para forjar un sujeto político humano, y fértil para imaginar un futuro compartido”. Quizás sea la función de una filosofía para la vida, de una filosofía del caminar, que se inspira en los relatos sobre las Caribdis y Escilas que acechaban a Ulises y a los suyos, y también a nosotros.
Una Comunidad Nace Dentro De Una Comunidad fue nuestro siguiente destino en la segunda entrada 2 de esta serie. Visitamos el origen del pensamiento filosófico y científico en la figuras de Tales, Anaxímenes y Anaximandro. Con ellos vemos que “la civilización griega, sus comunidades políticas, vieron nacer en su seno una comunidad filosófica que actúa como un motor crítico interno que disuelve el suelo refractario de la cultura helena, en parte, para producir un humus fértil y creativo que la hace brillar en la historia humana”. Para nuestra vida, estos tres filósofos de Mileto nos recuerdan que una práctica crítica transformadora debe nutrirse del campo de posibilidades reales, construirse sobre el diálogo con el que se está en desacuerdo, y aceptar los riesgos de la pública insubordinación ante las creencias, las normas y los actos de mundo en que vivimos. Nuestras plataformas de interacción social están plagadas de fantasías, sectarismos, o recalcitrante sarcasmo; y también de la comodidad de la distancia que estos dispositivos tecnológicos interponen entres los participantes que se piensan cargados de una actitud crítica, supuestamente rebelde y comprometida con el cambio social o la superación de injusticias.
Proponemos seguidamente acercarnos al tercer paraje, el de Pitágoras y los pitagóricos. Al titular a esta entrada como Dejar La Patria Y Abrazar La Alteridad, y al partir de los testimonios de este influyente filósofo y de su escuela, pretendíamos mostrar que “Pitágoras es una mezcla exquisita de Caldeos y Egipcios, de monistas y dualistas, de científico y religioso, de amante del saber y asceta disciplinado, de occidente y oriente” (…) “Cuando Pitágoras dejó su patria por deseo de conocer fue un acto no sólo físico sino también una disposición de su modo de estar en el mundo, abrazando la alteridad más diversa”. Toda una inspiración para “ser menos esclavos de la gloria o cazadores de bienes de consumo”, y poder así mirar filosóficamente, para no aferrarnos a la patria de los miedos, los intereses, las identidades de etnia, religión, género o de cualquier tipo.
Estos primeros pasos de la filosofía occidental hacen evidente la diferencia entre el ethos de los antiguos griegos y el modo de ser y estar en nuestras sociedades globalizadas, digitalizadas y polarizadas. Nuestro presente es problemático no por ser global sino por carecer de campos de experiencias colectivas, no por ser altamente tecnológico sino por ser dócilmente gobernados por el imperio de los mercados tecnológicos, no por la rica diversidad en la que vivimos sino por la ausencia de diálogo entre las diferentes formas de ser, pensar y actuar. Quizás para entender cómo se genera la negatividad, la esterilidad y el fanatismo que gobierna el entorno cultural contemporáneo continuamos nuestro viaje filosófico a través de los filósofos presocráticos en las tres entradas que siguieron; el divino Heráclito, por una parte, Jenófanes, Parménides y Zenón, por la otra, y los Pluralistas para concluir. Recordemos brevemente dicho camino antes de vislumbrar qué rumbo seguir en las próximas entradas.
Con la entrada cuatro, Salí En Busca De Mi Yo, dedicada a Heráclito, oponemos la participación humana en el flujo del universo, del tiempo y de la vida a la mentalidad dominante actual que etiquetamos experimentalmente como “individuotopía”. El conflicto entre la realidad y la forma en que pensamos en ella está servido; una concepción individualista, atomizada y egocéntrica colisiona con la realidad dinámica, relacional y contingente, con el devenir que nos propone Heráclito. Vimos que esta tensión se traslada también al campo de la racionalidad que enfrenta la antigua idea de un logos o razón de la que todas las cosas participan con el supuesto de que el pensamiento puede ser privativo, personal e incluso soberano. En realidad, la individuotopía, en tanto que discurso interiorizado inconscientemente, es la mejor manera de gobernar a personas y cosas; mantener “bajo límites controlables este trabajo ético-crítico que los individuos puedan llevar a cabo, con vistas a que nunca lleguen a vislumbrar la lógica del devenir en el que se piensan reyes pero del que son esclavos.”
Filosofías anti, post o transhumanistas llevan enfrentándose a esta reducción de la realidad, su simplificación e instrumentalización por posiciones antropocéntricas desde el comienzo de la actividad filosófica. Actualmente, no se trata de erosionar un humanismo ya decadente, sino liberarnos de la prisión del egodeísmo que el relato de la individuotopía ha erigido en el interior del sujeto contemporáneo. Ser libre hoy significa romper con el egodeus penitente y carcelero que llevamos dentro y que nos constituye socialmente; en la entrada 5, Egodeísmo, Viajes Iniciáticos Y Los Rigores Del Absurdo, acudimos a Jenófanes, Parménides y Zenón para emanciparnos de “un ego todopoderoso, [que] como si de un dios se tratara, crea su mundo, o así se le aparece, mediante un flujo de imágenes entrantes y salientes del vórtice en que se ha convertido”. Jenófanes nos pone en pie de guerra contra nuestras atávicas tendencias identitarias que tradicionalmente han sido antropocéntricas y que ahora han devenido asfixiantemente egodeicas. Parménides muestra las diferentes maneras que tienen los humanos de acceder a la realidad para ir más allá del egodeísmo; es posible autoengañarnos complacientemente y elegir una vía enclaustrada en la finitud del ego.. Zenón proporciona herramientas lógicas para, desde dentro de los discursos en los que vivimos, poder romper con ellos, abrirse a otras posibilidades y transformar la realidad, y a nosotros con ella.
Podría objetarse que un ego consciente y racional poderoso es necesario para la libertad humana tanto en el plano ético o individual, como en el político o colectivo. En la entrada sexta y última, Pluralistas, El Consentimiento Y El Consenso, llevamos el experimento mental sobre la individuotopía y su criatura, el egodeus, a explorar las insuficiencias de considerar el plano individual como punto de partida separado de la vida interior y el contexto social. Egodeus no puede ser el fundamento sino el epifenómeno, su conciencia es consecuencia de fuerzas internas y externas que escapan a su gobierno, a no ser que sea consciente de que su ser viviente emerge de una vasta realidad. Visitamos a Anaxágoras, Empédocles y Demócrito para ilustrar que “la vivencia del consentimiento es la punta de un iceberg cuya parte sumergida es insondable, pues desciende a las profundidades de la materia viva en movimiento. Aprendizajes, relaciones, deseos, entornos cambiantes, afectaciones azarosas… todo ello metabolizado y transformado en el interior del organismo, de forma no pensada, no percibida, o inconsciente. Por otra parte, consensuar remite a las incontables relaciones que constituyen el tejido social basado en un sentido compartido; alinea, organiza a los individuos en relación a identidades políticas, religiosas, étnicas, de género, edad… El consenso es una membrana invisible que separa al egodeus, que ignora esta complejidad, en burbujas de exclusión e inclusión, al enfrentar las unas a las otras. Egodeus incautamente llevado por adhesiones identitarias se piensa libre al consentir entre varias opciones opuestas, cuando el consenso es preexistente, en realidad. En cualquier caso, egodeus ya no es libre de revertir(se); pues pese a no ser un río, ya no puede volverse atrás, no puede desear, pensar, sentir, razonar de manera diferente, y como una célula sin conciencia queda organizada en el tejido que ordena el consenso; su limitada conciencia es funcional, y poco más.”
Hasta ahora hemos aplicado la idea antigua de una materia viva a los problemas de conceptualización contemporánea sobre el ser humano, ¿Qué nos aguarda en el camino? Con los Sofistas, Sócrates, Platón, Aristóteles, Cinicos, Hedonistas y Estoicos, muy probablemente los lugares a visitar en las venideras entradas, la reflexión filosófica expande su foco de atención, y dedica sus cuidados al ser humano. ¿Significa esto que estos pensadores se convirtieron al antropocentrismo, desatendiendo así del cosmos? Parecen interrogarse más bien por el encaje de lo humano en el universo; descubren la tensión entre el inexorable comportamiento de los procesos naturales y la aparente arbitrariedad de la convención social. Por ejemplo, la muerte es un hecho que ocurre inevitablemente cuando ciertas circunstancias concurren en el organismo vivo. Esta invariabilidad de la physis resulta chocante cuando se pone en relación con la variabilidad de interpretaciones culturales, de su explicación, de su adecuado tratamiento, y de la forma de sobreponerse a ella; es decir, nomos. El próximo trayecto de nuestro caminar juntos por la historia de la filosofía explorará la problemática relación entre la physis y el nomos, entre la naturaleza y la cultura humana, desde el pensamiento Clásico griego, helenístico y romano, y que en el presente dicha problemática se expresa a través de temáticas acuciantes como el cambio climático, la inteligencia artificial, la ingeniería genética, el derecho de los animales o qué es un ser humano.
Un amigo nos preguntó para quién escribimos. Hemos repensado sobre ello. Principalmente, la respuesta se encuentra en la entrada Sobre Nosotros. Hoy añadiremos lo siguiente. Antes de continuar el viaje, nos tomamos la libertad de sugerirte que no leas estas entradas apresuradamente; no se trata de ir de A a B para conseguir algo, sino de pasear o perderse por un bello bosque lleno de sombrías sendas que llevan de claros a claros desde donde mirar el paisaje. Tómate tu tiempo en buscar palabras, rumiar ideas, sentir la brisa. Nietzsche siempre recomendó pensar como rumiantes; comer paseando y pensar rumiando. Considera esta entrada séptima como la cartografía de una exploración elaborada a posteriori pues, como con todo territorio ignoto, tuvimos primero que abrir los caminos; ahora tú puedes recorrerla de aquí para allá como rumiante filosófico, y siente libre de contactar con tus comentarios, objeciones o dudas.