Primera Etapa

La tiranía de los fabricadores de opinión

Necesitamos protegernos contra la tiranía de la opinión y contra los sentimientos prevalentes; contra la tendencia de la sociedad a imponer sus propias ideas y prácticas como reglas de conductas a aquellos que disientan de ellas y, si fuera posible, a impedir la formación de individualidades originales. John Stuart Mill, En “Sobre la libertad”, Alianza Editorial, 1970, pág. 62.

Sabemos ya que el 28 de abril votaremos en unas Elecciones a un nuevo Parlamento del que saldrá un nuevo Gobierno; y sabíamos que el 26 de mayo votaremos, a la vez, en unas elecciones municipales, europeas y autonómicas.

Las elecciones son vitales en las democracias representativas y parlamentarias, lo que no quiere decir que su ejercicio sea un indicador inequívoco de la salud democrática de los Estados y de las Sociedad que las celebran, pero, aunque nuestra salud democrática sea deficiente, aunque la propia democracia esté amenazada, aunque muchos sientan hartazgo de cuanto ven…, nada de esto resta importancia a las elecciones que en el espacio de tres meses vamos a celebrar. Y, por lo tanto, creo que todos queremos decir algo pues todos tenemos algo que decir: la política es lo propio de ciudadanos iguales.

Ya las maquinarias partidarias calientan motores, ya han iniciado pre-campañas. Precampañas que quieren convertir a los votantes en electores de cuantos elegibles presentan y defienden estas grandes máquinas, tan importantes como denostadas, que, con el griterío, las proclamas, tertulias, frases incendiarias; con el manejo sutil o grosero de las emociones quieren imponer su propia opinión por la violencia de las manipulaciones deshonestas y sutiles que nos conviertan en auto sometidos, o en dóciles corderitos de unos líderes que trascienden su papel de contribuidores (nada menos) a creadores de opinión (nada más), fundiéndose en las mismas personas la condición de elegibles y de electores.

Este es el funcionamiento de los partidos políticos: competencia entre ellos que permita elegir o rechazar a las élites políticas que van a legislar y gobernar gracias a los votos de quienes serán gobernados.

Sí, a través de los votos que emiten todos los ciudadanos que,

¡ay!,

podrían no estar bien informados,

podrían no estar comprometidos con los intereses generales de la comunidad política,

podrían quedar sus opiniones suplantadas, tergiversadas, distorsionadas, manipuladas por aquellos que tienen mayor capacidad de invadir los distintos presentes con su voz,

podrían quedar devaluadas, desorientadas, reorientadas…por los creadores de votos, por los grupos de presión, por los controladores de la opinión pública, por quienes tiranizan la opinión de los demás como si de súbditos se tratara.

¿Qué hacer?

Partir de la conciencia de esta triste, corrupta y maquiavélica realidad, en viaje hacia la libertad de un pensamiento

autónomo,

libre de manipulaciones,

orientado a acciones pequeñas y perseverantes,

merodeando por los rincones donde se acumula la vida microscópica, por las esquinas de la vida por donde no pasan las

élites y donde viven quienes no van a los mítines.

Un desván, un pasadizo, un banco urbano, un almuerzo de mitad mañana, un paseo por la Malva-rosa…lugares todos ellos donde dilucidar, pensar, soñar, fabricar la propia opinión, conversar y opinar con otros sin ansias de persuasión, lejos de los lugares habitados por la furia, la prepotencia, el narcisismo, el auto aplauso, por el yo sé-vosotros no sabéis.

Razonar en busca de una verdadera opinión política

que pueda entender cualquiera que piense desde la razón común.

El problema del poder político que se ventila en unas elecciones es un problema nuestro,

del sujeto,

de trabajo sobre sí mismo,

de práctica de uno mismo,

de pensar más que calcular, de pensamiento  me-di-ta-ti-vo:

de que mi voto sea mío, de que sea  po-lí-ti-co: para el interés común del que formamos parte.

Si nos cuidamos de nosotros mismos nos estamos cuidando de quienes quieren

tiranizar nuestra opinión,

despolitizar nuestra mirada,

anemizar nuestra capacidad de fines,

desciudadanizar a los sujetos,

privatizar la política.

Porque a la hora de conjugar estos cinco tétricos verbos…, las derechas de este país siempre están en campaña, ¡!y unidas!!.

Muchas elecciones para trabajar hasta hacer del tiempo cercano “el tiempo de la igualdad”: esa igualdad básica, de oportunidades, económica…que nos permita a los distintos cadas unos ser desiguales desde la libertad personal.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.