Primera Etapa

La importancia de una Unión Europea fuerte

El día 26 de este mes hay elecciones al Parlamento Europeo, que, en España, coinciden con otras de menor ámbito. Yo hubiera preferido un día solo para las europeas:

para que las viéramos distintas,

con toda su especificidad,

desde toda su relevancia.

Quizá muchos las van a percibir como las más lejanas (de sus intereses), y hasta prescindibles de ir a votar; yo voy a verlas como muy cercanas,

extraordinariamente importantes,

vitales para nuestro futuro.

Y, por lo tanto, son las elecciones que requieren más reflexión y una mirada más larga.

Quienes nos consideramos europeos y deseamos una Unión Europea fuerte lo hacemos porque tenemos y sentimos en común formas de vida, valores, creencias, tradiciones y, a la vez, sentimos que son  compatibles una Cultura común con la multiculturalidad de origen en otras culturas locales o nacionales en el espacio más amplio de la misma Unión.

Una Cultura común, que es: Grecia, Roma, las Catedrales, el Renacimiento y su desarrollo tecnológico, la Ilustración y la racionalidad como crítica permanente frente a oscurantismos, la capacidad de autocrítica para revisar nuestra creencias y teorías, la democracia como modelo de convivencia política, la Seguridad Social como mecanismo de protección universal y profesional.

Una Cultura común en una Europa que, en el Tratado de Roma de 1957, decidió unirse iniciando el proceso hacia  una Unión Europea, con una Constitución que tendrá que llegar, hacia una economía y una política capaces de forjar un futuro más próspero, libre y seguro: hacia una convicción y orgullo de ser y estar juntos. Una Europa fuerte con conciencia de sí, con conciencia de su propio perfil, con conciencia de su identidad colectiva.

En este itinerario de 62 años recorridos, lo ya conseguido es tanto que me llena de asombro, por mucho que sea lo mal hecho y lo que queda por hacer.

Estas elecciones al Parlamento Europeo son un buen momento, pues, para reflexionar:

sobre la verdadera dimensión alcanzada en la identidad europea y en la pluralidad cultural de Europa, y sobre los muchos distintivos culturales que se pueden añadir a lo ya hecho para visibilizar y hacer compatible los símbolos de esa cultura a la mayor parte de la población, no solo a la urbana sino también a la rural;

acerca de la identificación y afrontamiento de las amenazas y obstáculos en relación con el desarrollo económico y político;

también reflexionar en cómo entender, y defender, la cultura propia en relación con los flujos migratorios que llegan a Europa, lo que exigirá una reorientación de las políticas de inmigración.

Decididamente hay que plantearse la urgencia de avanzar hacia una Europa post-nacional, porque, mientras los mercados y los imperios visibles (¡!y los invisibles!!) son globales, nuestras estructuras políticas todavía son locales y muy incapaces por tanto de ejercer una solvente defensa frente a la hegemonía americana y al creciente acumulador que es China. Cada vez más los Estados (todos somos pequeños Estados, Francia y Alemania también son pequeños) somos presa fácil de las hegemonías, guerras arancelarias y maniobras supranacionales variadas que mueven el mundo. Europa tiene que tener capacidad de protegerse a sí misma.

Las campañas eurófobas, que las hay, son poderosas; la salida refrendada e interrupta del Reino Unido (Brexit), las peculiaridades de los países incorporados de la desaparecida Unión Soviética con sus peculiaridades culturales, la dificultad en sí de gobernar y construir esta arquitectura…no han debilitado, me parece, el arraigo ya consistente de la Unión.

Estamos en vísperas de unas elecciones al Parlamento Europeo  en las que, a buen seguro, van a aparecer problemas como la crisis económica, agotamiento del estado del bienestar, paro juvenil, empobrecimiento de sectores de las clases medias, temas estos y otros que llevan al descontento y, en ocasiones, a descontentos radicalizados, más o menos según países. Terreno este muy propicio para el protagonismos de partidos populistas, realidad está la mar de inquietante:

por su poder de hacer antipolítica,

por su interés en descreer y deslegitimar los tradicionales cauces de la política para sustituirlos por otros con dimensiones totalitarias y antidemocráticas.

Realidad inquietante, digo, porque aportan vientos xenófobos, nacionalistas patrioteros, eurófobos, totalitarios en los que los individuos se diluyen, pues hacen imposibles los conceptos de autonomía y de emancipación; por eso me voy a molestar en apuntar con negrita una enumeración de partidos de extrema derecha populista más importantes dentro de la Unión Europea, casi todos ellos con representación ya en el Parlamento Europeo:

 

  • Demócratas de Suecia, DS

  • Partido de los Finlandeses, previamente conocido como Verdaderos Finlandeses

  • Partido Nacional demócrata, NPD (Alemania)

  • Partido de la Libertad, FPO (Austria)

  • Vlaams Velag, Interés Flamenco (Bélgica)

  • Ataka, (Bulgaria)

  • Partido Popular danés, DF

  • Frente Nacional, FN (Francia)

  • Jobbik, Movimiento por una Hungría Mejor

  • Fidesz, Unión Cívica Húngara

  • Liga Norte, LN (Italia)

  • Partido por la independencia del Reino Unido, UKIP

  • Partido de la Libertad, PVV (Países Bajos)

  • Demócratas del Partido de la Gran Rumanía, PRM

  • Partido Nacional Eslovaco, SNS

  • Vox (España)

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.