Textos Casuales

El aire de la política

El trece de este mes ganó Vox en las elecciones a la Comunidad Autónoma de Castilla y León.

No en votos y escaños, claro, pero fue el vencedor, con una victoria que le pusieron en bandeja las estrategias erráticas del Partido Popular.

Vox es la Ultra Derecha en España.

El politólogo neerlandés Cas Mudde, en su libro “La ultraderecha hoy”, la define como aquella que se opone a la esencia de la democracia liberal por cuanto que es contraria a elementos claves de su funcionamiento como independencia judicial, Estado de derecho, respeto a minorías.

Se opone, pero se presenta a las elecciones.

Y las ganan, todavía no por mayoría, pero aspiran a ello y, mientras, consiguen un número significativo de escaños que los hacen visibles y pueden condicionar las mayorías parlamentarias y la composición de los gobiernos.

Esto es lo que acaba de pasar en Castilla y León, lo que estamos viendo en España, en Estados Unidos, en países de la Unión Europea, en la propia Unión.

El avance de la ultra derecha es creciente, por ahora, en España;

van a más en términos de influencia política y de atrevimiento: los líderes de Vox proclamaron, desde la misma noche del día trece, que apoyarían al partido ganador solo si forman un gobierno de coalición, con Vicepresidencia y consejerías. Nunca lo habían pretendido hasta ahora. Y apuntan, desde la noche electoral, a leyes que deberán ser derogadas, como la de Memoria Histórica y la de lucha contra la Violencia de Género,

es decir,

normalizar los crímenes del franquismo,

no perder el dominio del varón sobre la mujer, o el derecho de uso y abuso.

¿Cuántos son en la ultra derecha?

Quizá son partidos de pocos militantes, pero muy ruidosos y acompañados de sectores de población muy desafectos de “lo político” y de “la política” que practican los partidos mayoritarios, fríos y calculadores, que quieren seguir ganándose la confianza de la gente desde la simulación de que la escuchan.

Muy ruidosos; nos fijamos, por ejemplo, en la ultra nacionalista Alianza para la Unión de los Rumanos, AUR, cuyo líder George Simion rescata estrategias de entreguerras protagonizando episodios vandálicos para ganar simpatizantes y radicalizar a sus seguidores, o asaltan el Ayuntamiento de Timisoara al grito de “fuera, perro sarnoso”, dirigido al primer alcalde extranjero en Rumanía.

¿Qué hacer?

¿Nos indignamos? ¿Nos burlamos? ¿Nos lamentamos? ¿Los despreciamos? ¿Nos encolerizamos? ¿Los odiamos?

Spinoza lo tendría claro: nos propondría entender lo que está pasando y actuar: “No burlarse, no lamentarse, no detestar, sino comprender” (Ética, inicio parte tercera). 

Antes de reaccionar con nuestras emociones, los ciudadanos deberíamos “atrevernos” a comprender lo que pasa, sus porqués, el encadenamiento de causas que han terminado por producir aquello que no deseábamos: una mirada “racional” abre el camino a conocer la lógica de lo que condenamos. Tras la mirada racional, llegan los intentos y estrategias de mejorar la realidad,

de cambiar,

de no más de lo mismo,

sino de hacer “algo” de otra cosa, (como afirma El Roto en su chiste del 17 de febrero: “En la política pueden cambiar los vientos, pero el aire no varía”).

“Otro aire” pienso que es practicar “otra política”,

desde la convicción fundada de que “es posible”,

lejos de la polarización y de la crispación,

de las promesas populistas que son la base de la extrema derecha,

de las batallas por la opinión pública a costa de lo que sea, 

de los fundamentalismos ideológicos.

Otro aire, no solo otros vientos.

Transformación: desde la idea de que cada persona es, simultáneamente, singular y plural.

Otra política: en la que la primera persona del plural de cada verbo tenga la misma entidad que la primera persona del singular. 

En Castilla y León ganaron votos la derecha y la ultra derecha (que juegan a separarse a veces y a confundirse a veces, según aconseja la conveniencia del momento),

a la vez que perdían votos el socialismo moderado del PSOE y el socialismo radical de Podemos.

Lo tendrían que pensar…des-partidariamente…:

ellos, los políticos;

y nosotros, los ciudadanos.

Vuelvo a Spinoza,

a contra corriente, claro, 

porque bien sabido es que no está de moda pensar, reflexionar, comprender, cuestionar, cuestionarnos….

Spinoza dice que lo real, lo que sucede, es inteligible.

Los celos o la cólera tienen una explicación igual de lógica que la erupción de un volcán. De ahí su insistencia en no burlarse, no lamentarse, no detestar, sino comprender lo que está sucediendo

y estudiar las maneras de avanzar:

en mejor democracia,

en más igualdad,

en más nivel de vida para quienes no tienen nivel de vida digno,

 pues la mayoría de los que han votado a Vox no me parecen fascistas ni de extrema derecha, sino ciudadanos desilusionados con los partidos y sus aparatos,

desilusionados de cómo gestionan el bien común y el Estado,

desilusionados de cómo gestionan y viven la propia democracia alimentando aspiraciones y deseos que luego no son capaces de satisfacer,

desilusionados de falta de ejemplaridad de los políticos, pues ¿cómo proclaman la justicia si ellos mismos no son capaces de regirse por ella? 

Comprender y persistir para desactivar a la ultra derecha, pues, en no más de veinte años, ha pasado de merodear por los márgenes de la política a ocupar el centro del tablero. Hay una “desactivación” que el ciudadano la tiene siempre a mano: la desactivación lingüista, llamándola siempre “ultra derecha” o “extrema derecha”, para que no se sienta nunca normalizada en la calle, para que horrorice a los partidos hacer coalición con ella.

Termino con la buena noticia de que el Tribunal de Justicia de la UE validó el 16 de este mes el reglamento que permite suspender los fondos comunitarios a países que vulneren el Estado de derecho, en respuesta al recurso interpuesto por Polonia y Hungría,

lo que se escenificó  con la retransmisión en directo de la lectura del fallo, para poner de manifiesto la importancia de lo que está en juego.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.