12 de mayo, viernes
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"Vida retendré si tú la vives”.-
Leo en El País del 8 de mayo una esquela que dice:
Al dejarnos hace ya 20 años, tu esposa Nazareth te invitó a vivir intensamente en su ausencia: “vida retendré si tú la vives”. Ahora que te reúnes con ella, tus hijos, nietos y bisnietos, orgullosos y agradecidos del antes y el después de su partida, estaremos despidiéndote este domingo…
Me impresiona esta expresión tan delicada y tan sublime, tan ajena a demostraciones y argumentos: nadie las espera ni los espera.
Y es que lo más importante de la vida se puede “mostrar”, pero carece de prueba.
13 de mayo, sábado
El asombro del sabio.-
La capacidad de asombro es algo que tienen en común todos los seres vivos. Todos ellos generan respuestas o reacciones frente a aquello que perciben con asombro, lo que les facilita la supervivencia individual y grupal.
Pero solo el hombre pregunta el porqué de lo que despierta el propio asombro, y solo él produce respuestas cognitivas.
En la actualidad, lo que predomina en la vida cotidiana, y lo que se lleva, es no asombrarse, dar por vista y sabida la realidad; o dar por ya dicho por tal o cual escritor en tal o cual siglo lo que alguien acaba de decir; el asombro no está de moda porque la gente no está dispuesta a experimentar la inquietud que puede producirnos cuando
algo
o alguien
cuestiona lo que ya sabemos.
La capacidad de asombro no es propia del ignorante sino del sabio, que practica una lógica que no tiene respuestas para todo.
14 de mayo, domingo
Rosa de nadie.-
Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,
ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.
Nadie.
Alabado seas, Nadie.
Queremos por tu amor
florecer
contra
ti.
Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.
Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, oh, sobre
la espina.
Es un poema de PAUL CELAN, que tituló “Salmo”,
en traducción del alemán por José Ángel Valente.
Cualquiera calificaría este poema de oscuro, de difícil…Yo, también. Pero…me relaciono con ellos, porque te interrogan, te desconciertan, te lanzan hacia zonas desconocidas y abruptas, te obligan. Y tienen la posibilidad de “rozarte” con su poder de seducción…
15 de mayo, lunes
Brevario de campaña electoral.-
Van llegando a nuestros buzones las candidaturas a las Elecciones del 28 de mayo, en plena “campaña electoral”. “Candidaturas”, digo, donde aparecen escritos los candidatos que piden el voto a los ciudadanos electores. En Roma, hace dos mil años, el voto era, como hoy, secreto, aunque cada elector lo emitía escribiendo de su propia mano el nombre del candidato preferido en una tablilla. Se llamaban “candidatos” como ahora;
palabra latina por los cuatro costados: toga candida, por la toga blanca que vestían para ser identificados quienes pedían el voto para los distintos cargos de la República.
Pues bien, ha llegado hasta nosotros el “Commentariolum petitionis”, un manifiesto de contenido electoral que escribió Quinto Tulio Cicerón en carta que envió a su hermano Marco Tulio Cicerón, candidato a Cónsul. (El término “commentariolum” es el diminutivo de “commentarium”, lo que explica la buena traducción al castellano que se ha hecho con el título de “Breviario de campaña electoral).
El texto no solo sirvió para que Cicerón consiguiese de manera rotunda el cargo de Cónsul en el año 64, sino para que, dos mil años después, se siga editando, y sus consejos y recomendaciones nos sigan pareciendo asombrosamente interesantes para que los candidatos de ahora aprendiesen a afrontar los temas que interesan a la gente frente al bla bla bla que agota la paciencia de los electores, a base de martilleos cerebrales,
como el de “acabar con el Sanchismo”, que tanto se parece al “ceterum Carthaginem esse delendam” (“por lo demás, pienso que Cartago debe ser destruida”), estribillo con el que Catón el Viejo acababa todos sus discursos. Y que tan buen resultado político le dio, dicho sea de paso.
Seguro que esto también lo saben los asesores y estrategas modernos de las campañas electorales, lo que bien explique, quizá, que ningún partido las cuestione, y pocos ciudadanos critiquen el cuantioso dinero público que emplean.