17 de noviembre, viernes
La Franja de Gaza.-
Pasará este asedio
(como pasó el de Alejandro Magno sobre la ciudad de Gaza),
y estaremos con vosotros
en las reconstrucciones de otro modo,
allí por donde la muerte anduvo
desalojando la esperanza.
Estaremos allí para borrar escombros,
aliviar recuerdos tristes,
alejar los días negros,
atraer noches abrigadas
sobre un territorio más ecuánime.
En cada tumba colectiva
pondremos rosas y poemas.
Entonaremos cantos
al pasar por delante de edificios y hospitales
definitivamente edificados.
Llegarán… sí, llegarán
jardines y fuentes,
que es como decir:
madres para niños huérfanos,
hijos para madres tristes.
Y, al fin, la bienaventuranza
de sentiros entre vecinos y entre humanos,
porque habrá acabado la exclusión,
las independencias y las dependencias:
y ni vosotros ni el mundo tendrá que elegir
entre Palestina o Israel.
18 de noviembre, sábado
España no es un cortijo.-
Escribe Ignacio Sánchez Cuenca en El País del día 15: Cuando Adolfo Suárez dio el paso de legalizar el Partido Comunista de España, un Fraga encendido declaró que aquella medida significaba
un verdadero golpe de Estado,
grave error político,
farsa jurídica,
quiebra a la vez de la legalidad y de la legitimidad.
Partido Popular y Vox emplean hoy los términos de Fraga para referirse a la ley de amnistía y a los pactos de investidura; después de más de cuarenta años, los descendientes políticos de Alianza Popular no han aprendido nada, siguen siendo igual en lo esencial, a saber, que España es un cortijo de su propiedad y no saben estar sin mandar en el cortijo, siguen practicando el mismo nacionalismo intolerante. De ahí esa esperpéntica alusión de Feijóo cuando se acercó, con cortesía democrática, a felicitar a quien había ganado la investidura, pero, ¡ay!, las cuatro palabras que lo acompañaron oscurecieron el momento: “es una investidura equivocada”
Elogian hoy la transición.
Tengo la impresión que no pasará tanto tiempo para beneficiarse de la nueva realidad que aportará esta Ley de Amnistía que se presentó el día catorce en el Congreso de los Diputados. Eso sí, seguirán despotricando a lo Fraga siempre que estén en la Oposición, un lugar tan democrático como el del Gobierno de la nación.
19 de noviembre, domingo
Nueva edición de El Jarama.-
Miguel Delibes publicó este texto en 2010, referido a Rafael Sánchez Ferlosio:
“Si a mí se me pidiese un nombre, uno solo, entre los aparecidos en la novela española de posguerra, con mayores posibilidades de supervivencia, es decir, con categoría suficiente para afrontar la inmortalidad literaria, yo daría, sin vacilar, el de Rafael Sánchez Ferlosio. Pero no es solo esta razón por la que yo le otorgo la primacía de la promoción de los niños de la guerra, pese a su muy escasa obra, sino porque su libro fundamental, El Jarama, se me antoja una síntesis perfecta de las cualidades de este grupo y porque, a su vez, El Jarama se ha erigido en patrón de no pocos narradores que han ido apareciendo con posterioridad; esto es, ha hecho escuela”.
Pues bien, con esta extensa cita, inicia Mario Crespo López la magistral Introducción de 200 páginas a la edición que ha hecho de El Jarama, y que ha publicado Cátedra.
Esta Introducción, y el extenso aparato crítico que lo acompaña, bien merece su lectura, que espero va a hacer más importante la lectura, otra vez, de la prestigiosa novela.
20 de noviembre, lunes
Un gallo para Asclepio.-
Me gustó mucho la colaboración de Emilio del sábado, 18, con el título de “Cuando Sócrates dijo la vedad”, ideal para hacer una lectura reposada y feliz.
Y con mucho gusto leí la extensa y tan apropiada cita de Jenofonte en su apología de Sócrates, que he vuelto a releer ya un par de veces, de la que quiero repetir aquí aquello de
“necesariamente tendré que pagar el tributo de la vejez, ver peor, oír con más dificultad, ser más torpe para aprender y más olvidadizo de lo que aprendí”,
seguido a poco espacio de la pregunta: ¿cómo podría seguir viviendo a gusto?
Rita Levi-Montalcini se la hizo y se la respondió: “cuando mi mente no sea capaz de funcionar, querré morirme”,
ese momento crucial en el que la persona puede pensar en abandonar “la defensa erística de su cuerpo”.