29 de marzo,
viernes
Los derechos no consagrados.-
Tenemos derecho a muchas cosas, más allá de los Derechos Humanos esculpidos en las Grandes Declaraciones de la Modernidad.
Estos derechos (también “humanos”), incluyen cosas tan vitales como estas:
- el derecho a conformarnos con cualquier cosa…,
¿o no? ¿o quizá seamos tachados de “conformistas”?
¿no es, acaso, un derecho el conformarnos, por ejemplo, con la lluvia del fin de semana frente al sol radiante que esperábamos?
¿carecemos, acaso, del derecho a no tener más dinero del que necesita una persona sensata?
- También reivindico derecho a no defraudarnos por la muy modesta repercusión de nuestras acciones en el mundo, y no por ello dejar de cultivar afán y esfuerzo;
derecho a que no siempre nos amen las personas a las que amamos.
- Y más derechos todavía, como:
ser coherentes, aunque disgustemos a alguien,
asumir contradicciones, aunque seamos criticados por ello,
sentir vergüenza, aunque contrariemos la arrogancia que nos quiere hacer olvidar aquellos que hicimos mal,
esforzarnos para que los demás puedan ejercer los mismos derechos que yo tengo u otros a los que yo no aspiro,
pagar cada año el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
- Finalmente, declaro mi derecho al ejercicio de la admiración:
admirar a muchas personas, cercanas o lejanas, porque nos superan en cualidades y habilidades que escapan a nuestras posibilidades.
30 de marzo,
sábado
Los libros de nuestra vida.-
Todos ellos nos miran desde su presencia si-len-cio-sa en nuestras casas,
inquebrantablemente fieles,
dispuestos a recordarnos al primer guiño las horas felices que pasamos con ellos, pero sin nunca confundirse con nosotros, orgullosamente distintos.
De vez en cuando, por simple gusto, porque comienza la semana o, simplemente, con ocasión de colocar nuevos libros que apenas nos caben…nos vemos obligados a acometer la tarea de volver a tocarlos y, por causa de ello,
- nos encontramos con sus portadas,
- releemos notas que escribimos en algunas de sus páginas cuando los leíamos,
- tropezamos con una carta, o un correo, que allí dejamos, quizá un papelito para evocar, con el paso de los años, un tiempo huido irreparablemente (“tempus irreparabile fugit”, que decía el poeta).
Imposible abarcar lo que hay en el interior de los libros:
- guardan estampas de la Virgen de aquella iglesia de Roma,
- o el prospecto del jarabe que compramos para un hijo,
- aquella postal,
- aquel apunte que quiso ser poema,
- un billete de tren,
- una servilleta en la que es posible leer un nombre, pero imposible recordar el rostro,
- las entradas de aquella película que vimos,
- el recuerdo de aquel museo en el jardín botánico del Puerto de la Cruz,
- el plano del metro de una ciudad
- la factura de un restaurante en la Plaza de La Madeleine…
Tiempo lento de un fin de semana, ocupado en caminar, lentamente, por las sendas de nuestros libros:
Releyendo aquel sub-rayado,
Redescubriendo “el puñal” de Borges,
Bañándote en las irrepetibles aguas del “nunca dos veces” de Wislawa Szymborska,
Añorando la “caricia perdida” de Alfonsina Storni,
O perdiéndome en el “quién me oiría, si gritase yo, desde la esfera de los ángeles”, de Rilke.
Los libros,
todos,
como territorio,
como espacio de vida que fue y que nos hizo,
como geografía de lo innumerable.
Tan nuestros, Tan ellos.
Ojalá los cientos de libros de las tablets pudiesen cumplir con la amabilidad de esta mirada.
31 de marzo,
domingo
Viajando por dentro de casa.-
Este domingo coincide con el “Domingo de Gloria” o “Domingo de Resurrección”, que pone fin a la Semana Santa y a las vacaciones que más de diez millones de españoles aprovechan para viajar, haga sol, o llueva, o nieve, como ha pasado durante esta semana que hoy termina.
Nosotros no hemos salido de casa.
Pero, aún así, me encuentro altamente sorprendido de lo bien que hemos estado sin viajar, sin el placer específico de trasladarnos a mar o a montaña, con lo que nos ha gustado y nos gusta una y otra cosa. De lo bien que hemos estado
en el confort de la casa,
viendo llover desde las ventanas,
observando la primaveralización imparable de los árboles con “su” maravillosa e invisible lentitud,
dando breves paseos por nuestro barrio,
celebrando con alborozo el fortuito encuentro con personas que viven cerca como si nos hubiéramos encontrado en…Rovaniemi, por ejemplo.
1 de abril,
lunes
Fidelidades hacia los perros.-
Escuché la noticia del perro que fue arrastrado por una ola cuando estaba con su ama que contemplaba la galerna en el puerto maravilloso de Cudillero. La señora se tiró al mar para salvarlo: fallecieron los dos, perro y dueña.
Creo que no hubiera sido posible al revés.
Menos mal que los perros siguen siendo perros del todo; seguramente, por eso acompañan tanto.