7 de abril, viernes
Entre la ignorancia y la mentira.-
No es la ignorancia lo que más se ve, es la falta de verdad lo que predomina.
De joven y de adulto me gustaba pensar y decir que la verdad era la adecuación de la inteligencia con la cosa,
que las cosas existen con independencia de que la pensemos o no;
y, también, me gustaba defender lo necesario que es verlas y entenderlas.
Una cosa es “pensar” la realidad y otra, “manipularla”. Manipular la verdad no implica ignorancia, al contrario, la manipula porque la conoce, y porque lo que sabe de la realidad no le conviene:
por eso dice cosa distinta a la que sabe.
El manipulador adecua la verdad a la ideología,
a las creencias (laicas o religiosas),
a los intereses de la más variada índole, propios, de grupo, de país, de continente….:
construye la verdad a su gusto, porque cada día que pasa le resulta más barata.
Ver y entender la realidad implica un elemento volitivo de primera magnitud (lo sigue diciendo el adagio latino “Nihil cognitum quin praevolitum”, nada es conocido sin que haya sido previamente querido: esta es la base científica de la “inteligencia emocional”).
Ver y entender la realidad implica querer entrar en ella
(inteligencia es “legere intus”, leer dentro), para observar la información con la que nos llega y verificarla poniéndole contrastes; el mejor contraste, me parece, es ver y entender…!con otros!, conversarla, debatirla, los hombres no somos islas, según dijo, con bellísima imagen, John Donne hace más de cinco siglos, y ahora repite con la lucidez que le caracteriza Nuccio Ordine.
Me temo que contribuir a consolidar la idea de que la verdad no existe contribuye mucho a que domine en el mundo la verdad del más fuerte, y a que los hechos alternativos campen a sus anchas, y que las campañas electorales se conviertan en un incendio de mentiras devoradoras de posiciones personales.
Así las cosas, bien pudiera ser que la fuerza más votada en unas elecciones…sea la Fuerza de la Mentira,
De ahí la importancia de nuestra predisposición a no ser engañados,
con pausas reflexivas que nos inciten a pensar que las cosas pueden ser de otra manera,
que es obligación personal y ciudadana discriminar entre lo que es falso y lo que es verdadero y la búsqueda constante de la verdad, aunque parezca que es hacer antipolítica.
8 de abril, sábado
San Agustín en la playa.-
En tiempos de San Agustín los niños ya jugaban a descargar pozales de agua de mar en hoyos de arena de la playa. Lo siguen haciendo hoy.
Desde muy pequeño conozco esta anécdota, y cada vez que la recuerdo me complazco en ella, y me gusta imaginar el ir y venir del niño con sus pozales…
mientras pienso que podemos acariciar la realidad para despertarla,
que está en nuestras manos ver lo que es posible dentro de lo más habitual, incluso aquello que no es posible todavía,
que podemos detectar belleza a través de las cosas que vemos,
y respirar lo misterioso en las presencias cotidianas,
o saber nombrar aquellas cosas que nos son comunes y, de este modo, tocar hasta el alma de las personas y ser alcanzados por ellas.
Todas estas cosas se parecen a llenar con mar las caracolas de la playa, lo que requiere ser fieles a la mirada pura de la infancia,
y a no intentar entender el misterio de la Trinidad.
9 de abril, domingo
Escucha de sufrimientos y pesares.-
La señal de que alguien está escuchando no está tanto en la voz callada, sino en los ojos que miran.
Miran de tal manera a la persona que habla que invitan a seguir hablando para poder entenderla,
para estar en condiciones de elegir las mejores palabras, nunca en forma de contestación,
pues el control de la conversación pertenece siempre a la persona que sufre y que tiene pesares.