Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Flor de Jara

24 de marzo, viernes

El primer minuto del día.-

Las 6.30 de la mañana es, me parece, la única hora que tengo marcada en mi calendario vital, pues,

a esa hora,

sonaba un timbre que señalaba el momento de levantarse.

Y así ocurrió durante nueve años: desde los once a los veinte, durante todo el año de todos los nueve años, salvo en vacaciones de verano y de navidad.

No venía precedido de música alguna, irrumpía en forma de “timbrazo”, aunque yo percibía el sonido rudo y enérgico como una llamada amable al día y a la vida, y vivía la media hora adicional de los domingos y festivos como una muestra de la abundancia de la existencia.

Me queda muy buen recuerdo de tantas noches oscuras y frías tirándome de la cama a esa hora indeleble de las 6.30. Era un momento parecido a un instante, la manera más eficiente de hacer frente a la pereza y así evitar al alma un pesar.

Puedo asegurar que sigo recordando las 6.30 de la mañana con felicidad:

Porque quería estar allí.

Porque quise estar allí,

Y porque, cuando llegué a la conclusión que no quería seguir, me resultó fácil y feliz la salida: fue un acto de libertad.

Desde esta altura de la vida en la que estoy sé que la disciplina con la que viví entre los once y los veinte años me ha venido fenomenal en mi vida adulta y, ahora, en mi vida de viejo, me sigue prestando su ayuda.

25 de marzo, sábado

S.Mateo 6,3.-

Normalmente pensamos que la virtud tiene que ver con el esfuerzo.

No me lo parece, más bien me parece que virtud y esfuerzo se contrarían y no aceptan convivir juntos.

El “virtuosismo” de un pianista no lo pone de manifiesto el esfuerzo tocando el piano, sino la agilidad de los dedos que vuelan y vibran sobre el teclado.

Se alcanza la virtud cuando nadie, ni uno mismo, recuerda los ejercicios y vivencias que le llevaron hasta ella. La virtud vive del olvido; se alcanza, me parece, cuando el olvido encarna en el alma.

Seguramente, algo muy similar puede decirse del amor, que se cumple más cuando menos necesita de demostraciones y de dichos: cuando menos voluntarioso es.

Como el que da, que ya no sabe que lo hace, pues “ni la izquierda se entera de lo que hace la derecha”.

No es casualidad la virtud: es reflexión y práctica metabolizadas.

26 de marzo, domingo

Alcantarilla.-

En las ciudades, además del piso de las calles por donde circulan coches bicicletas y patinetes, hay aceras, por donde marchan personas, y, aunque no estén visibles, hay alcantarillas por donde discurren las aguas residuales y las aguas de lluvia que entran a los subterráneos de los acueductos a través de esas rejillas y medias lunas de hierro municipales que vemos en la verticalidad de los bordes de las aceras.

Hoy son éstas,

las alcantarillas, cuando me fijo en ellas,

y me complazco en nombrarlas por tratarse de un nombre tan eufónico que, pese a ser tan largo, nada cansa, más bien parece, la palabra, una avenida por la que da gusto pasear y detenerse.

Cada una de las rejillas dan paso a una ciudad tan grande como la misma Valencia, llena de vías y autovías por donde circulan las aguas humanas y los sólidos humanos que no pueden orientarse a los contenedores orgánicos.

Personas de mi edad podrán recordar por experiencia propia aquellos agujeros caseros de madera que no tenían salida a alcantarillado alguno; y todos hemos sabido acerca de “agua va” de épocas pasadas, cuando en las casas no existían sistemas para eliminar las aguas sucias que se generaban, y el respeto vecinal consistía en anunciarlas antes de tirar por el balcón el agua de la palangana.

Hoy, y desde hace mucho tiempo, es una batalla ganada.

Los espacios más pulcros de nuestras casas son cocina y cuarto de baño. ¡Qué inmensa comodidad que, de tan ordinaria y fácil, no nos llama la atención!

Hoy pienso en las aguas e inmundicias que, como riachuelos, circulan bajo el asfalto que pisamos, y disfruto de esta realidad. Incluso pienso que las muestras de las aguas podrían desvelar con facilidad y economía algunos de los secretos de los habitantes de la superficie.

30 de marzo, lunes

El azahar.-

Brindo por el misterio del azahar que prodiga su aroma sin llegar a olerlo.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.