Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Enebro

6 de octubre, viernes

El caballo y sus arneses.-

“Alabamos a un caballo por ser vigoroso y ágil, no por sus arneses;

a un lebrel, por su velocidad y no por su collar;

a un pájaro por sus alas, no por sus correas y campanillas.

¿Por qué no del mismo modo apreciamos a un hombre por lo que es suyo?

¿Posee una gran servidumbre, un hermoso palacio, tanta autoridad, tantas rentas? Todo eso está a su alrededor, no es él”.

Este texto lo leía recientemente, en un arranque del día.

Lo escribió un señor que nació en Francia en 1533,

que entre los seis y los doce años aprendió latín y griego en el colegio de Guyenne,

que fue Alcalde de Burdeos,

que inició la escritura de sus Ensayos en 1572.

Hoy el texto que cito me trae sensaciones de alegría y de bienestar, que tanto tienen que ver con la capacidad de goce de ser lo que somos,

y que tan poco tiene que ver con las cosas que poseemos…,

pero que tanto facilitan comenzar con agrado un día cualquiera sin pensar otra vez que la vida es un asco.

7 de octubre, sábado

Preguntas sobre la amistad.-

A menudo recurro a cantar la amistad,

que no incluya militancia alguna,

ni actividad de instrucción,

ni réplicas,

ni dúplicas…

Los amigos no aspiran a sobresalir,

ni siquiera a tener razón,

ni, desde luego, a quitar razones…

¿Qué hacen, pues, los que se sienten amigos?

Hablan, cuentan, expresan, escuchan… y, sobre todo, guardan:

guardan lo que no entienden,

y meditan lo que entienden.

Confían en el concierto de voluntades más allá de la capacidad de razonar.

Lo esencial que comparten hace que pierdan la noción de deber y no necesitan señales de diferencia, como rogar, pedir, agradecer, apoyar…: construyen efectos y afectos.

¿Y dónde está el taller donde los fabrican?

No lo hay;

se hacen caminando y parando;

y haciendo cosas con las manos, pues el alma se perfecciona con la práctica.

No hay un tiempo preestablecido;

frecuentemente suceden las cosas en puntos lejanos del origen, y, casi siempre,

con naturalidad,

al compás que marcan los átomos,

sin darte cuenta,

cuando ya te habías olvidado.

¿Cómo queda, pues, la amistad?

En su sitio,

como lo que es,

un milagro

que se deja encontrar cada día

porque es admirablemente persistente y de escasa mutación.

Un milagro he dicho,

no de los que hacen los santos de Dios sino el que resulta de una misteriosa combinación de circunstancias que están dentro de las posibilidades de los santos de la tierra que las atienden y cuidan.

8 de octubre, domingo

Elogio de exteriores.-

No siempre es favorable para uno mismo estar a favor de uno mismo, pues también nos dejamos llevar por impulsos y caprichos que son, o pueden ser, ciegos, arbitrarios, insustanciales, frívolos…

De manera que, entonces, es probable que sea más rentable,

o conveniente,

o saludable,

para nosotros mismos vivir, a ratos, fuera de uno mismo y estar atentos y pendientes de lo que pasa en el exterior,

en eso que llamamos mundo,

el de nuestros alrededores,

el de nuestras lejanías:

el mundo de los demás, de los otros.

Salimos al exterior con los ojos abiertos, tratando de “verlo” tras la espesa niebla que lo empaña;

salimos al exterior a reflexionar sobre la complejidad de las relaciones personales, sociales, políticas;

salimos al exterior con disposición a tener en cuenta los aspectos sombríos y dolorosos del mundo en el que vivimos, y a ejercitarnos en una mirada compasiva y solidaria…

Entonces…es seguro que nos posicionaremos a nuestro favor de una manera más solvente y feliz, prefiriendo seguir con los ojos abiertos para no perdernos la función de la vida.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.