19 de enero, viernes
El Trabajo de los jubilados.-
Está muy generalizada la idea de que la jubilación marca la frontera que pone fin a la vida laboral que, quizá, quiera decir “vida laboral sometida”, tanto se trate de trabajo por cuenta ajena como por cuenta propia. (El “trabajo por cuenta propia” que el Derecho regula no quiere decir que el trabajo sea mío, sino que yo soy “mi jefe que me paga”, que es la deriva actual que el Capital ha dado, también, al trabajo por cuenta ajena: cada uno es su explotador, aunque no, ay, su pagador).
Tengo la íntima sensación de no haber dejado de trabajar desde que me jubilé.
Llevo así dieciséis años, dedicándome a actividades distintas a aquellas por las que coticé y me cotizaron a la Seguridad Social, de manera que siempre ha habido un hilo de continuidad definido por el trabajo, que, además de significar una actividad obligada y sometida es, también, una actividad libre. Desde esta segunda acepción de la actividad que llamo “trabajo” sigo siendo un trabajador, sin patrón visible ni invisible.
Esta “otra vida” es una etapa ideal para trabajar y pasarlo mejor que cuando trabajábamos, desde estados de calma, libre de afanes, ajeno a cosas como los altos rendimientos, y muy cercanos a nuestros propios deseos. “La Excelencia” acabó con el último día laboral: ya no necesito que ningún modelo de Calidad me paute lo que es la Excelencia en el trabajo.
Claro que, ahora, nadie me pregunta qué hago o a qué me dedico, se da por supuesta la actividad del jubilado, socialmente residual y aleatoria, todos y todas tienen la misma. Pero si me lo preguntasen y respondiera que lo que hago es trabajar…, el estupor sería notable, cosa ésta bien llamativa, pues ¿qué otra cosa más esperable que trabajar? Así lo entiende el tan atractivo escritor Theodor Kallifatides: “Zeus no castigó a Sísifo, le hizo un favor. Sin trabajo el hombre no vale nada”.
Trabajar me parece algo tan sencillo como el esfuerzo diario en conseguir lo que aprecio y lo que me importa, solo y en interacción,
superando poco a poco los problemas que persisten,
y cuidando, a la vez, de nuestra salud para resultar más servicial para personas que lo necesitan, pues lo que damos de nosotros mismos a los demás será, a buen seguro, la más “segura” inversión, con independencia de que nuestros esfuerzos resulten remunerados.
De manera que no gasto tiempo en motivar-me: simplemente, lo que hago me motiva: ésa es la suerte que podemos tener los jubilados. Y la posibilidad de que el mundo empresarial nos copie.
20 de enero, sábado
El invierno de la mirada.-
El invierno puede ser una metáfora de muchas cosas.
Quizá podamos decir “el invierno de la mirada”, para referirnos a personas que están viviendo en el invierno de la vida.
Acabo de ver la imagen de uno de ellos,
uncido al invierno de su mirada,
llena de melancolía,
de quien tuvo la fuerza de llevar ante la Justicia
a los dictadores militares de Argentina que hacían desaparecer a las personas simplemente porque no eran de su agrado…
Me acompaño de esta melancolía amiga,
siempre negra y biliosa,
que todo lo ve difuso y lejano, como desde un túnel.
Irremediablemente me doy paso a la tristeza.
Así he recordado a Ernesto Sábato, un día de 2009, cuando tenía 97 años:
con la mirada ya casi perdida,
perdido ya casi.
Me asombra esta imagen: porque la edad no me explica su mirada invernal.
21 de enero, domingo
La existencia de los tesoros.-
La Gran Rareza de los tesoros es que son ellos los que te encuentran,
porque,
al ignorar lo que son, y cómo son,
no los podemos buscar, ni siquiera intentar buscarlos.
Cuando lo tienes delante, los ves (aunque no estemos acostumbrados a verlos).
Y así es siempre:
Nunca se pierden, Ni los pierdes, Ni te pierden.
Pero los sigues descubriendo,
pues propio del tesoro es su ser misterioso,
que nunca desvela del todo su ser,
salvo el silencio y la quietud que lo desvela,
quedando siempre en inagotables.
22 de enero, lunes
Tristia.-
Se está celebrando por estos días el Grand Slam de Melbourne
en el que no compite Rafa Nadal.
Como hacen otros que escriben, aprovecho la ocasión para divulgar las palabras exactas que pronunció recientemente:
“Mires por donde mires, en Arabia Saudí puedes ver crecimiento y progreso, y estoy entusiasmado de ser parte de eso”.