9 de diciembre,
viernes
El ocaso del otoño.-
Transitamos estos días a través de esa línea difusa que separa lo que llamamos “otoño” de lo que llamamos “invierno”,
hasta que llega un día que dices: ya está aquí, y sientes el otoño “acostumbrado” como una pérdida,
que se ha ido marchando como suele,
sin notarse, pese a que fue tan deseado, después de la fiereza del calor del último verano que tanto nos apesadumbró, y tanto nos hizo pensar en la que se le viene encima al planeta.
Se ha marchado el otoño, encariñados como estábamos a sus discretas formas y maneras,
se ha marchado con sus dones puestos, siempre lo hace así, no por egoísmo sino para regresar con ellos dentro de un año y regalarlos de nuevo.
Recuerdo con bastante precisión el Calendario Agrícola en las bóvedas de San Isidoro de León, en donde se percibe, maravillosamente,
mes a mes
el pulso de las estaciones en la vida de las personas de hace casi novecientos años. El mes de diciembre se ha mantenido inalterable: un personaje sentado a la mesa junto al fuego celebrando la Navidad y, ¡oh curiosidad!, levantando el pie izquierdo para acercarlo al calor de la llama.
10 de diciembre,
sábado
Las fragatas y los libros.-
La librería “París-Valencia” edita todos los años unos calendarios de bolsillo muy bien imaginados y cuidadosamente presentados. En uno de ellos, aparece un niño sentado en una especie de artesa con un libro abierto sobre las piernas, y fondo iluminado del planeta tierra.
Un texto al pie, dice:
“Si un libro te acompaña el viaje está garantizado”.
¿Cómo viajar sin un libro de compañía?
Pregunta que presento como muy pertinente, porque la lectura es una forma de vida,
y el libro, el viaje más bello, pues me creo mucho lo que dice Emily Dickinson en este poema:
No hay fragata como un Libro
Para llevarnos por esos mundos
Ni corceles como una Página
De encabritada Poesía
_Esta Travesía la puede realizar el más pobreSin la presión del Peaje_
Qué frugal es la carroza
Que transporta al Alma Humana.
There is no Frigate like a Book
To take us Lands away
Nor any Coursers like a Page
Of prancing Poetry_
This Travel may the poorest take
Without oppress of Toll_
How frugal is the Chariot
That bears the Human Soul
11 de diciembre,
domingo
Adviento.-
La página de mi Taco Calendario del Corazón de Jesús me informa que hoy es “Semana III de Adviento”.
De la palabra “adviento”, el Diccionario de la RAE dice: En algunas iglesias cristianas, tiempo litúrgico de preparación de la Navidad, en las cuatro semanas que le preceden”,
no olvidando decir que se trata de una palabra que viene del latín, “adventus”, con el significado de “llegada”,
y, añado que este sustantivo tiene su origen en “advento”, verbo con el significado de “llegar, acercarse, estar para llegar”, y así, por ejemplo, Tito Livio escribió: “Adventare Caesar dicebatur”, “decían que se aproximaba César”.
¿Qué es lo que está para llegar ya?
¿Qué es lo que queremos que llegue?
El poeta Virgilio expresó el Adviento de la Roma Gloriosa con este feliz hexámetro:
Magnus ab integro saeculorum nascitur ordo (Bucólicas IV, 5)
“Nace entero el gran orden de los siglos”, una nueva Edad de Oro llegará simultáneamente al nacimiento de un niño,
referido al tiempo en el que gobernaría, César, primer Emperador de Roma (lo hizo entre el 27 a.C. y el 14 d.C.).
Un nuevo orden de los siglos,
muy parecido al tiempo litúrgico del Adviento y
muy parecido al “mundo nuevo” que invocamos hoy, en el que ya no debería existir la pobreza,
y desde el que se recordará este tiempo de hoy como una antigualla estrafalaria, lejana e incomprensible, como en la actualidad recordamos los tiempos de la esclavitud:
“¿te acuerdas de cuando había mendigos en las calles?
¿personas sin hogar?
¿gentes que acudían a las colas del hambre?
¿familias enteras en las que no entraba un solo sueldo?
¿personas obligadas a prostituirse para sobrevivir?
¿Te acuerdas de cuando la desigualdad entre los países y en cada uno de ellos era flagrante?”
(Interrogantes de Adela Cortina, en El País de cinco de diciembre de este año).
Vuelvo a la III Semana de Adviento.
Uso esta sugestiva palabra, Adviento, como una especie de invitación a centrarnos en lo que queremos que llegue,
que concretamos en acabar con la pobreza en el mundo, puesto que sobra riqueza producida para ponerle fin,
acabar, decimos, pues…
¿de qué sirve dar alimentos cuando nos lo pide la campaña del supermercado, o dar una limosna al pobre que nos encontramos a diario sentado en su sillita en la esquina del Banco?
Sirve de mucho, desde luego,
pero ¡ay! también es verdad que no sirve de nada, que eso no ayuda a acabar con la pobreza, incluso que ayuda a mantenerla.
Ojalá queramos convertir nuestro tiempo cotidiano en Tiempo de Adviento, de lo que queremos hacer que llegue,
de la llegada de un nuevo mundo en donde todos los seres humanos tengan lo necesario para comer, vestirse, alojarse…
Tiempo de Adviento:
para intentar unir al hombre con el hombre,
pues lo que no sirve para esto no sé para qué sirve.