17 de junio,
viernes
La gestión de lo inesperado.-
Estaba dando el último repaso al Blog de esta semana, previo a mañana, martes, que es cuando lo envío a Luis para su publicación el viernes.
En una de las correcciones, me ha salido la pantalla habitual de “guardar/no guardar”, y le he dado a “no guardar”, y ¡!horror!!,
sin saber cómo,
se ha borrado todo el documento.
Gran disgusto, he ocupado breves minutos en tratar de encontrar al desaparecido, para en seguida llegar a la conclusión de que no sabría localizarlo, aunque estuviese en algún lugar.
Por momentos, me he puesto a intentar reescribirlo, pero me he visto sin fuerza para hacerlo, y sin posibilidades.
Así las cosas, he visto con claridad que tenía que ponerme a gestionar el percance de otra manera, olvidándome de la publicación prevista, y, a partir de aquí, he empezado a sentir alivio y tranquilidad,
y hasta percibirme cómodo razonando la poca importancia del desastre, incluso de lo impropio y pedante de utilizar esta palabra para expresarlo.
He sentido el fulgor de la palabra “relativizar”: tan suave, tan pacífica, tan verdadera.
Y tan saludable.
Me he acordado de aquellas máquinas de Olivetti, las Lexicon 80, incapaces de producir estas desapariciones, que parecen cosas de duendes, para mí lo son, de tan lejano que estoy de poder dar una explicación de estos borrados que suceden de vez en cuando.
Pero, claro, me quedo con los borrados del ordenador que tanto me facilita el escribir.
Me quedo la necesidad de gestionar lo inesperado utilizando maneras compatibles con el agrado de escribir, incluso sacando provecho y gusto, haciendo fácil y provechoso lo que me hubiera resultado agotador, cosa que ningún lector hubiese deseado.