Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Álamo

24 de mayo,

viernes

En los linderos del desierto y del alba.-

Es posible que, después de un viaje, hayamos querido recordar cuál fue el momento más significativo que, quizá, no podamos olvidar nunca.

Pues bien, un escritor que falleció en 1986 y está enterrado en Ginebra experimentó esto que estoy diciendo, y dejó escrita su íntima sensación en un viaje que hizo a Egipto, en el que, a trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide de Zóser de Saqqara, se inclinó, tomó un puñado de arena, lo dejó caer silenciosamente un poco más lejos, y dijo en voz baja: “estoy modificando el Sahara”.

Así lo escribe Borges en Atlas, y él mismo se asombra al verlo escrito, y sigue diciendo que “el hecho era mínimo,

pero que las nada ingeniosas palabras eran exactas”,

y debió pensar

¡!oh, Grandeza!!

que “había sido necesaria toda su vida para que pudiera decirlas”.

Y sí, este fue el momento más significativo de su estancia en Egipto.

Por supuesto que la Pirámide de la que habla no la vio en 1984, pues ya hacía tiempo que estaba ciego total, estaba ya muy viejo y próximo a morir, sino que se trataba de un vívido recuerdo de uno de los muchos viajes que hizo con su mujer María Kodama.

Tenía 84 años cuando escribió Atlas,

los mismos que tengo yo cuando leo, por no sé qué vez, este fragmento de Borges, que tituló “Desierto”.

No he sabido nunca acerca del cielo estrellado y del absoluto silencio en medio del desierto, pero he sabido de linderos y de albas,

y del íntimo agrado de inclinarme sobre la realidad,

coger un puñado de ella y dejarla silenciosamente un poco más allá…,

para sentir,

en voz baja,

que estaba modificando el mundo.

Desde muy pequeño empecé a aprender algo que me parece grandioso: vivir intensamente hasta lo más simple.

25 de mayo,

sábado

La letra con sangre entra.-

Lo escuché mucho, y todavía perdura el significado de aquella expresión de los Tiempos de Hierro: “La letra con sangre entra”, metamorfoseado en muy variadas versiones.

¿Dónde está la acción de los maestros que no necesitan el instrumental del aplauso ni del reproche, sino que se sirven de las prácticas inigualables de la paciencia y del a-com-pa-ña-mien-to?

¿Dónde está el transparente y soleado lugar en alto desde el que todo se divisa y ordena: la palabra, su verdad, su ensueño?

¿Dónde está el canto de las palabras juntadas con las que perseguimos la verdad sin nunca darla por lograda definitivamente, pues sin el canto nos convertimos en seres desencantados?

Veo el mundo y la sociedad de hoy, y me digo. Sí, el futuro son los niños.

Hago plegarias para que “los niños” sean “nuestros queridos niños”,

y, por ello, para dejarles que aprendan y sean,

en un mundo

en el que la ley no sea la Ley del más Fuerte.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.