” Diógenes Laercio, en su “Vidas de filósofos ilustres” (traducción de José Ortiz, ed. Iberia, Barcelona, 1962) recoge las siguientes noticias sobre Pitágoras:
Después de haber tratado de la Filosofía jónica, dimanada de Tales, y de los varones que se hicieron célebres en ella, pasaremos ahora a tratar de la italiana, cuyo autor fue Pitágoras, hijo de Mnesarco, grabador de anillos, natural de Samos, como dice Hermipo, o bien fue tirreno, natural de una isla que poseyeron los atenienses echando de ella a los tirrenos, según escribe Aristójeno. Algunos dicen fue hijo de Mármaco; éste, de Hupaso; éste, de Eutifrón y éste lo fue de Cleónimo, que es el que huyó de Filunte.
Hallándose joven y deseoso de saber, dejó su patria y se inició en todos los misterios griegos y bárbaros. Estuvo, pues, en Egipto, en cuyo tiempo Polícrates lo recomendó por cartas a Amasis; aprendió aquella lengua, como dice Anfitrión en su libro De los que sobresalieron en la virtud, y aun estuvo con los caldeos y magos. Pasando después a Creta con Epiménides, entró en la cueva del monte Ida (…). No menos entró en los áditos de Egipto y aprendió las cosas contenidas en sus arcanos acerca de aquellos dioses. Volvió después a Samos, y hallando la patria tiranizada por Polícrates, se fue a Crotona, en Italia, donde, poniendo leyes a los italianos, fue celebérrimo en discípulos, los cuales, siendo hasta trescientos, administraban los negocios públicos tan noblemente, que la República era una verdadera aristocracia.
Heráclides Póntico refiere que Pitágoras decía de sí mismo que «en otro tiempo había sido Etálides y tenido por hijo de Mercurio; que el mismo Mercurio le tenía dicho pidiese lo que quisiese, excepto la inmortalidad, y que él le había pedido el que vivo y muerto retuviese en la memoria cuanto sucediese». Así que mientras vivió se acordó de todo, y después de muerto conservó la misma memoria. «Que tiempo después de muerto, pasó al cuerpo de Euforbo y fue herido por Menelao. Que siendo Euforbo, dijo había sido en otro tiempo Etálides, y que había recibido de Mercurio en don la transmigración del alma, como efectivamente transmigraba y circuía por todo género de plantas y animales; el saber lo que padecería su alma en el infierno y lo que las demás allí detenidas. Que después que murió Euforbo, se pasó de alma a Hermótimo, el cual, queriendo también dar fe de ello, pasó a Branquida, y entrando en el templo de Apolo, enseñó el escudo que Menelao había consagrado allí»; y decía que «cuando volvía de Troya consagró a Apolo su escudo, y que ya estaba podrido, quedándole sólo la cara de marfil. Que después que murió Hermótimo se pasó a Pirro, pescador delio, y se acordó de nuevo de todas las cosas, a saber: cómo primero había sido Etálides, después Euforbo, luego Hermótimo y enseguida Pirro». Y finalmente, que después de muerto Pirro vino a ser Pitágoras, y se acordaba de todo cuanto hemos mencionado (…) Afirman fue el primero que dijo que «el alma, haciendo un necesario giro, pasa de unos animales a otros». Fue también el primero que introdujo en Grecia las medidas y pesos, como dice Aristójenes el Músico. El primero que llamó Véspero y Fósforo al mismo astro, según asegura Parménides.
Sosícrates, en Las Sucesiones, dice que habiéndole preguntado León, tirano de los fliasios, quién era, dijo: «Filósofo». Y que comparaba la vida humana a un concurso festivo de todas gentes; pues así como unos vienen a él a luchar, otros a comprar y vender, y otros, que son
los mejores, a ver; también en la vida unos nacen esclavos de la gloria; otros, cazadores de los haberes, y otros filósofos, amantes de la virtud (…) Sus discípulos también depositaban sus bienes en común. Callaban por espacio de cinco años, oyendo sólo la doctrina; y nunca veían a Pitágoras hasta pasada esta aprobación. De allí en adelante ya iban a su casa y participaban de su vista.
Alejandro en Las Sucesiones de los filósofos, dice haber hallado en los escritos pitagóricos también las cosas siguientes: Que el principio de todas las cosas es la unidad, y que de ésta procede la dualidad, que es indefinida y depende, como materia, de la unidad que la causa. Así, la numeración proviene de la unidad y de la dualidad indefinida. De los números provienen los puntos; de éstos, las líneas; de las líneas, las figuras planas; de las figuras planas, las sólidas, y de éstas los cuerpos sólidos, de los cuales constan los cuatro elementos, fuego, agua, tierra y aire, que trascienden y giran por todas las cosas, y de ellos se engendra el mundo animado, intelectual, esférico, que abraza en medio a la tierra, también esférica y habitada en todo su rededor.
Hermipo dice que, estando en guerra agrigentinos y siracusanos, salió Pitágoras con sus discípulos y secuaces en favor de los agrigentinos; y que derrotados éstos, iba girando junto a un campo de habas, donde lo mataron los siracusanos. Los demás hasta treinta y cinco fueron quemados en Taranto, queriendo oponerse a los primeros ciudadanos en el gobierno de la república.
¿Es cierta la imagen que tenemos sobre Pitágoras de ser un eminente matemático y científico?
¿Qué aportó Pitágoras y los pitagóricos a sus coetáneos?
¿Aparte del conocido teorema pitagórico, qué podemos aprehender de su contribución al pensamiento y elaboración del mundo actual?
Cuestión Primera:
Pitágoras fue un filósofo; así se le reconoce en su tiempo y así se llama a sí mimo. La actividad filosófica en esta época temprana está embarcada en el deseo de saber para vivir humanamente mejor. Esto significa búsquedas, desarrollos teóricos y modos de vida que no respetan las habituales distinciones modernas entre disciplinas; ciencias, filosofía y religión interpretan una singular danza en torno a los misterios de la realidad que se quieren desentrañar. Supone aceptar que una sola perspectiva, un solo ángulo no basta para mostras las conexiones entre la realidad, las personas y sus formas de vida.
Pitágoras presenta una concepción dual de la realidad; lo material y lo inmaterial. A partir de una visión ajena a la cultura helena, a la religión olímpica y a la teogonía de Hesiodo, la concepción de la psiché (alma) deja de ser substancia material, extremadamente sublime pero material, para convertirse en el corazón de la vida humana como entidad inmaterial y
eterna que tras finalizar los ciclos de vida corporal, la sustancia material en la que temporalmente habita, debe rendir cuentas y sufrir la metempsicosis o transmigración.
En su pensamiento hay una doctrina ontológica sobre el tipo de ser; una doctrina epistemológica pues el olvido y la memoria de las transmigraciones del alma son la base del conocimiento; una doctrina ética basada en el proceso de purificación del alma; y una doctrina religiosa que incluye tanto rituales y modos de vida ascéticos, como de esperanza ante la muerte y el sufrimiento.
Sus matemáticas deben entenderse dentro de este bios pythagorikós. No está claro que fuera él quien desarrolló el teorema que luego le hará famoso. Sin embargo, su idea de la unidad, causa de la numeracion, y la dualidad, indefinida, parece un intento de ampliar el campo del misterio de lo material a lo intelectual, asumido como substancia inmaterial frente a la tradición griega. La búsqueda del arché, o principio de todas las cosas, continúa; empezando desde lo inmaterial que se entremezcla con lo indefinido material se produce todo el cosmos, o orden del universo, en el que la vida humana concreta acontece en su nacimiento en la prisión corporal, muerte del mismo, juicio del alma y reencarnación. Este ciclo de catábasis y anábasis, de descenso y ascenso, que experimenta el alma abre la posibilidad del perfeccionamiento ético y político a través de las sucesivas purificaciones del alma.
Cuestión Segunda:
Parece que trajo paz y guerra. Paz porque introdujo en Grecia una concepción más optimista sobre la existencia humana y su destino, modos de vida orientados hacia la perfectibilidad y, por supuesto, avances en el saber que fueron recogidos, rebatidos y metabolizados en sistemas de pensamientos del primer nivel como los de Platón y Aristóteles. De hecho, durante el periodo helenístico Pitágoras se convirtió en una figura mítica fuente de confirmación de toda verdad; incluso las controversias platónicas y aristotélicas solían resolverse ante el alto tribunal del pitagorismo. Muy pronto no se pudo distinguir el personaje histórico de Pitágoras, sus hazañas, obras y pensamiento, de las ulteriores aportaciones de sus discípulos que solían atribuirlas a su maestro, aquel con un muslo de oro, el don de la ubicuidad y una belleza divina.
Sabemos también que Pitágoras trajo la guerra. Desafió la cosmovisión tradicional, dando lugar a comunidades de carácter filosófico-científico y religioso, regidas por estrictas normas de vida, que incluían la prohibición de comer carne, y convertidas en poderosos agentes políticos en las ciudades donde se instalaron. A veces, causaron desequilibrio del orden social, en otras ocasiones solo tomaron parte en los conflictos existentes.
Cuestión Tercera:
La imagen moderna de Pitágoras como un hombre de ciencia y razón, alejado de la religión y la praxis es conveniente en un momento de reencuentro entre las ciencias naturales y las matemáticas. El nacimiento del método científico moderno dentro de un lento pero determinante proceso de matematización de la realidad y de la razón humana es ya un logro accidental del mito Pitagórico.
Su mérito es también mayor cuando prestamos atención al estado actual de nuestro mundo globalizado y digitalizado. Hay un gran potencial para combinar múltiples perspectivas; elaborar posiciones fructíferas ante los retos presentes; plantar en la misma maceta diferentes semillas que generen riqueza en la pluralidad.
Puede que esté pasando, pero Pitágoras podría señalarnos algunos puntos a mejorar. Pascual, mi querido compañero de Scholé, escribe: “Quienes acudían a Cumas o a Delfos desafiaban la incertidumbre y se arriesgaban a escuchar lo inconveniente, eran unos héroes de la verdad”. Inspirándonos en Pitágoras, añadiremos que dejar la patria, entregarnos a conocer lo propio y lo ajeno, ser menos esclavos de la gloria o cazadores de bienes de consumo, mirar filosóficamente discerniendo lo anecdótico de lo constitutivo nos ayudaría a hacernos mejores participantes en las relaciones familiares, en las redes sociales, en los debates públicos. Pitágoras es una mezcla exquisita de Caldeos y Egipcios, de monistas y dualistas, de científico y religioso, de amante del saber y asceta disciplinado, de occidente y oriente.
Cuando Pitágoras dejó su patria por deseo de conocer fue un acto no sólo físico sino también una disposición de su modo de estar en el mundo, abrazando la alteridad más diversa. Cuando vemos la interacción mediática y en las redes sociales apreciamos cómo los participantes se aferran a su patria, real o metafórica, en tanto que disposición a identificarse con los propios miedos e intereses; cerrados al otro, el intercambio de las críticas se convierten en negatividad, esterilidad y fanatismo.