Primera Etapa

Comprender, comprender

No estábamos preparados para una pandemia de estas proporciones y con tal velocidad de propagación. La subestimamos cuando apareció, incluido yo mismo.

Manuel Castells,
en La Vanguardia del día 21 de Marzo, “Tiempo de virus”

Comprender…

para intentar aprehender la lógica subterránea que sostiene la crisis del coronavirus,

más allá de pasar el tiempo con la idea frívola e inmadura de que todos lo hubiésemos hecho mejor si hubiésemos estado en la posición del llamado a tomar decisiones en nombre del Estado y de la Sociedad.

Quizá no debiera sorprenderme, porque esta actitud es muy conocida,

es la que ya había y se practicaba antes de esta crisis: actitud de queja permanente desde la irresponsabilidad.

La ganancia es doble:

  • a nivel de interiores morales e ideológicos, cada uno se queda apaciguado desde la conciencia de que lo sucedido no tiene nada que ver con su responsabilidad.
  • a nivel social y político, cada uno piensa que la pandemia del COVID-19 no tiene la magnitud que se dice que tiene, pues las consecuencias sociales, sanitarias y políticas serían de otra manera si se hubiese decidido de otra manera por quienes toman decisiones generales.

Me produce rabia y desazón esta arrogancia insolente de quienes hablan a toro pasado y de manera incompatible con una situación de emergencia máxima.

Arrogancia insolente que lideran personas-grupos con muy escasa reflexividad ecuánime y con muy baja autoestima, que necesitan para ser más que otros sean menos, y que eligen quejarse antes que arrimar el hombro en el silencio de la tarea. Menos mal que hay excepciones, de las que citaré, por todas, la muy significativa de Manuel Castells, actual Ministro de Universidades, que claramente confiesa que la subestimó.

¿La subestimaron, quizá, quienes defendieron en toda España con determinación de “SI  O SI” llevar a cabo las manifestaciones del 8-M e incluso participaron en ellas? ¿Cuántas voces de ciudadanos, políticos, intelectuales, periodistas, movimientos progresistas…levantaron la voz en contra de su realización?

¿La subestimaron, quizá, quienes daban por razonable que comenzaran las fiestas falleras y día a día, hasta seis, defendían que se celebrasen las mascletaes en la Plaza del Ayuntamiento?

¿La subestimaron, quizá, quienes no defendieron públicamente la suspensión del partido de fútbol en el estadio de San Siro de Milán entre el Valencia y el Atalanta de Bérgamo?

Hoy, en medio de la consternación que ofrece el paisaje sanitario, clínico y hospitalario del país,

en medio del confinamiento preventivo y beneficioso en el que estamos,

todavía políticos con mando en Comunidades Autónomas juegan a aprovechar la pandemia para intentar tumbar políticamente al Presidente de Gobierno con comportamientos y manifestaciones falaces e insidiosos. Muy llamativo el gobierno de la Comunidad de Madrid, quienes se quejan, ahora, del estado de la sanidad,  cuando fueron sus predecesores quienes la recortaron y la privatizaron cuanto quisieron desde una miopía que el conoravirus la ha puesto de manifiesto.

Pudiera ser que esta sociedad a la que ha llegado este virus que hemos llamado COVID-19 tiene una actitud solo dispuesta a aceptar aquello que cada uno desea. Consideramos lo que es bueno y lo que es malo en función de lo que es para cada individuo o grupo en particular, y no hemos forjado colectivamente categorías de bien y de mal extrínsecas a uno mismo y, en consecuencia, en vez de quedar protegidos hemos quedado desprotegidos, desnudos, como de manera tan manifiesta lo ha puesto en hechos y en verdad el virus.

Es verdad que el virus está cambiando nuestras vidas ya. No permitamos que sea el virus quien haga la revolución necesaria. Hagámosla las personas,

  • desde la razón, no desde nuestras pasiones (la razón es nuestro único asidero: con esperanza, sin esperanza y aun contra toda esperanza);
  • desde la guía de la Razón que busca y persigue comprender la lógica de lo que sucede, de por qué sucede, de cuánto de lo que sucede tiene que ver con la globalización incontrolada que influencia la economía y nuestro estilo de vida.

Debemos hacer la revolución…para poder transformar lo que sucede, y protegernos así de los desastres que nosotros mismos hemos generado, pues, afortunadamente, ya nadie proclama, creo, que las pandemias son castigo de Dios.

Ser conservador en la salida de esta crisis económica que sigue al cosmovirus sería un suicidio.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.